Estas inteligentes actitudes domésticas son fácilmente extrapolables a las políticas públicas.
De todos es sabido que el dinero que se invierte en educación además de los beneficios directos produce un ahorro a medio plazo en sanidad (mayor conciencia preventiva a mayor nivel de estudios), en seguridad (ahorro en policía y prisiones), en mantenimiento de infraestructuras (mayor limpieza y conservación de los bienes comunes), por sólo citar algunos.
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